Creo comprender m s o menos lo que empuja a una persona que se sientetestigo de hechos importantes a anotar asiduamente los datospertinentes y sus propios comentarios, que lo son tambi‚n sin duda,por lo menos a su juicio. Nunca he sentido que fuera ‚se mi caso.Siempre he estado al margen de los centros de decisi¢n y de loshechos notorios, nunca me he codeado con las grandes figuras y me esimposible imaginar que mi testimonio tenga alg£n valor objetivo. Perotampoco me siento muy af¡n a esos esp¡ritus que fijan en el papel losacontecimientos nimios de sus vidas privadas, sin duda paraulteriores evocaciones ¡ntimas, o que exploran interminable- mentelos matices, las sutilezas y las irisaciones de su nimo, supongo quepor deseo de conocimiento y no s¢lo por autocomplacencia. Son cosas alas que unos cuadernos como ‚stos, proseguidos a lo largo de muchosa¤os, pueden acercarse a veces, pero que en todo caso est n lejos decaracterizarlos. Advierto pues al lector que si espera encontrar aqu¡alguna informaci¢n £til, biogr fica o hist¢rica, o alguna visi¢ninstructiva de la actualidad de tal o cual ‚poca, o las sabrosasan‚cdotas que tanto satisfacen a los esp¡ritus giles, no podr sinoquedar gravemente defraudado. Y sin embargo puede decirse que hay unpoco de todo eso en estos cuadernos.