HISTORIA DE LA SEMANA SANTA DE SEVILLA Y DESCRIPCION DE LAS COFRA DIAS QUE HACEN ESTACION DURANTE LA MISMA A LA SANTA IGLESIA CATEDRAL (1899)
Veinte años hace que, con una afición que indudablemente supera a nuestra inteligencia, emprendimos el arte de la fotografía. Fotografiar no era nada nuevo. Seguir el sistema general de hacer retratos, no satisfacía nuestras aspiraciones. ¿Qué deberíamos, pues, hacer que dentro de las condiciones del arte pudiera prestar algún bien a Sevilla?. Este era el dilema... Pero dilema resuelto. Ningún país, ningún pueblo donde impera la Religión Católica, ha llevado su amor a demostrar sus grandezas como España. Ningún pueblo ha sintetizado el arte de sus efigies como Sevilla. Sevilla la Mariana por excelencia, la fundadora de artistas, el pueblo de las concepciones ideales, la patria de Murillo. Hacer algo, repetimos, que prestara bien a quien todo lo tenía superabundante ¿Qué podía ser?. Dejar calcado en el papel sus glorias extendidas, llevar a lejanos pueblos el recuerdo que aquellas inolvidables Cofradías en el que el español lejano, el extranjero que constantemente nos visita pudiera admirar a cada momento las magníficas efigies, los decorados pasos, aquel conjunto de lujo, de grandeza y, sobre todo, de arte, que es preciso venir a ella para verlo y admirarlo, pues no se puede describir más que muy sucintamente y de modo imperfectísimo tanto cúmulo de bellezas. ¿Pero era suficiente fotografiar las efigies de cada paso y dejar en un álbum consignado sus magníficos detalles?. ¿Era bastante las inscripciones de las Cofradías conocidas con los nombres de Nuestro Señor del Silencio, Sagrada Oración del Huerto, Señor del Gran Poder, las Vírgenes de la Esperanza y Victorias, etc., etc., para que el viajero, el amante de nuestras glorias tuviera bastante al conocimiento de tantas glorias? Indudablemente no. Y, he aquí, nuestro verdadero, nuestro ímprobo trabajo. Buscar la descripción de cada una, historiarla, dar a conocer todo lo importante de las mencionadas Cofradías, consignar los autores de tan magníficas efigies, ese era el complemento de nuestra obra. Álbum sin folleto no se completaban, era preciso la asociación de ambos trabajos para cumplir nuestros deseos. Difícil, casi imposible nos parecía afrontar y realizar nuestro pensamiento, pero la asidua constancia de ocho años de trabajos, tomando directamente las fotografías de los pasos, no perdonando detalle por insignificante que pareciera, nos hacen presentarlo lo más cumplidamente que hemos podido. Llevamos, y nos persigue el pesar de la deficiencia de nuestra obra, pero aunque ésta vaya llena de los defectos naturales a quien no tiene ni pretensiones de historiador, podemos asegurar que ayudados por los archivos de las Hermandades y consultando a Bermejo y otros autores, hemos obtenido la verdad de lo que relatamos. Si a éste, nuestro deficiente trabajo, suple nuestra voluntad y el aprecio público habremos merecido más de lo que nuestras aspiraciones fueron.