En las catacumbas de Palacio de Congresos, Serva La Bari guarda suarma definitiva. Con cada golpe que asesta da la sensaci¢n de quenadie podr pararlos. Sus planes para crear un microclima sevillanocuentan con un arma gigantesca de la que nadie puede sospechar, peroque deja a sus v¡ctimas hechas picadillo y un fuerte olor a serranito. Jim‚nez y Villanueva saben que hay una cuenta atr s, y si antes seenfrentaban a rega¤ s y palodules, ahora la amenaza es doble y...¿definitiva?